La inteligencia artificial no amenaza la humana; en su lugar, requiere que los tomadores de decisiones desarrollen habilidades emocionales, cognitivas y espirituales para aprovechar su potencial al máximo.
La inteligencia artificial ha irrumpido en nuestras vidas, transformando escuelas, hogares y empresas. Lejos de ser una amenaza, la IA se ha revelado como una herramienta complementaria que simplifica tareas complejas y facilita la resolución de problemas cotidianos. Sin embargo, en el ámbito empresarial, no todas las compañías han logrado transformar sus modelos de negocio mediante la incorporación de IA. La clave radica en que muchos líderes aún no han aprendido a gestionar la inteligencia humana en esta nueva era tecnológica.
"La IA puede sintetizar información, hacer resúmenes y ofrecer opiniones, pero las personas siguen siendo necesarias para formular las preguntas correctas y aplicar criterios de juicio personal a las respuestas", señala Maia Martinez Mornaghi, partner de CoEducation. "Aunque la IA no amenaza los puestos de trabajo, aquellos que no aprendan a manejarla corren el riesgo de quedar obsoletos".
La IA procesa datos de manera eficiente, pero no es más inteligente que los humanos. Requiere retroalimentación constante para mejorar y aún depende de la capacidad humana para preguntar, sintetizar respuestas y elegir las más adecuadas. Aquí, el papel del líder es crucial, ya que puede guiar a sus equipos para desarrollar y equilibrar diferentes tipos de inteligencia, maximizando así los beneficios de la IA.
Desde CoEducation, identifican tres tipos de inteligencia que todos los equipos deben desarrollar para adaptarse eficazmente a la era de la IA:
1. Inteligencia Cognitiva
Relacionada con el análisis de datos y el conocimiento aplicado, esta inteligencia es fundamental para entender y utilizar la información que proporciona la IA. Aunque la IA puede realizar análisis complejos, los humanos deben mejorar sus habilidades de interpretación, pensamiento crítico y toma de decisiones.
2. Inteligencia Emocional
A medida que la IA avanza, comprender y manejar las emociones propias y ajenas se convierte en una habilidad indispensable. La inteligencia emocional potencia el trabajo colaborativo y es crucial en entornos donde la tecnología juega un papel cada vez más importante.
3. Inteligencia Espiritual
La inteligencia espiritual ayuda a enfrentar la incertidumbre que puede surgir con la creciente presencia de la IA. Desarrollar la capacidad de adaptación, la resiliencia y la flexibilidad es esencial para mantener el control de las respuestas internas y navegar con éxito en entornos cambiantes.
“Cuando nos hablan de que las nuevas tecnologías, en particular la IA, van a hacer que los puestos de trabajo desaparezcan de manera apocalíptica, solo nos están diciendo que, como todos los avances tecnológicos van a simplificar tareas que pueden ser reemplazadas y acelerar procesos que deben ser mejorados. Uno de los grandes desafíos que plantea esta nueva era es sobre la utilización del tiempo ¿En qué vamos a usar las personas ese tiempo disponible? Como siempre sucedió a lo largo de la historia a partir de revoluciones que modificaron la forma de trabajar, quienes se interesen, se formen, se incomoden y se capaciten, serán quienes más se beneficien. La IA es una gran generadora de “headspace” porque hace lugar para lo nuevo. En ese sentido, es una excelente oportunidad para el tiempo de la creación de nuevos trabajos, nuevas necesidades a cubrir, de la generación de pensamiento estratégico aplicado a los procesos concurrentes que surgen del nuevo entorno, de la reflexión, de mirar el futuro, de explorar nuevos mercados y de diseñar nuevas formas de hacer”, indicaron desde CoEducation.
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