El dinero en efectivo tiene los días contados en las cárceles de El Salvador, luego de que el presidente Nayib Bukele anunciara que para combatir la criminalidad se eliminará el flujo de capital en las tiendas de los reclusorios con tecnología.
“Lo que queremos es que el efectivo no tenga ningún valor en los centros penales… por eso implementaremos la digitalización del dinero”, expresó el nuevo mandatario.
En su lugar, se utilizará dinero electrónico, aunque Bukele no detalló cómo será la implementación ni la ejecución del proyecto, el cual se enmarca en la política nacional de seguridad; además solicitará a la Asamblea Legislativa un refuerzo presupuestario de US$15 millones que incluirán la adquisición de tecnología para videovigilancia.
Consultado por los periodistas sobre la efectividad del anuncio, y en contraste con anuncios similares hechos en pasadas administraciones gubernamentales, Nayib Bukele indicó que habrá una depuración del sistema penitenciario y se sentarán con las empresas de telefonía para solucionar la accesibilidad a las telecomunicaciones desde el interior de las cárceles como una parte de las medidas por tomar.
Registros de prensa señalan que entre 2015 y 2016 se implementó el programa “Cero dinero” en el sistema penitenciario, el cual funcionaba con una cuenta de débito a cierto reclusos para impedir el flujo de efectivo, pero pese a este se reportó un movimiento de US$9 millones para alimentos y telefonía, según datos de la Dirección General de Centros Penales.
El efectivo oxigena la criminalidad
En El Salvador hay al menos una veintena de centros penitenciarios que albergan a 90% de hombres y 10% mujeres. Hasta el año pasado, se ubicaban entre los primeros lugares con mayor hacinamiento y, en palabras de los académicos, el sistema está en crisis desde hace muchos años.
Según las autoridades, el 80% de las órdenes de homicidio y extorsión provienen de estos lugares a pesar de que por muchos años se ha intentado controlar el problema incluso con tecnología, como los bloqueadores de señales telefónicas, o mediante la incautación de teléfonos móviles y tarjetas SIM. Pero el efectivo sigue oxigenando a la criminalidad.
Datos de la Fiscalía General de la República indican que, en 2018, una de las pandillas que azotan al país recolectó un millón de dólares solamente en el mercado de mayoreo La Tiendona, en San Salvador, el cual se componía de recolecciones mensuales de US$50 000, aguinaldos y otras bonificaciones ilícitas.
Tras la captura de 53 personas vinculadas a dicha red de extorsión, 16 fueron intimadas por el delito, es decir, purgaban alguna pena en prisión al momento de ser notificadas.
Al respecto, el mandatario Bukele aseguró que existe complicidad en todos los niveles penitenciarios e incluso el sistema bloqueo de señal es interrumpido adrede para permitir el uso de telefonía móvil, tema que será tratado con los proveedores del servicio ya que esta alternativa no ha logrado reducir la criminalidad desde las cárceles.
“Lo que queremos es que las pandillas ya no tengan el manejo de efectivo y va a ser muy difícil para ellos mantener sus estructuras sin dinero”, apuntó el mandatario.
Dinero trazable
Una de las características del dinero electrónico redunda en su trazabilidad: se sabe de dónde proviene, dónde estaba y dónde está, aunque la cultura y afinidad por el dinero en efectivo están arraigadas en la sociedad.
Además de agilizar y facilitar las transacciones, el dinero digital es rastreable y administrable desde una billetera electrónica para la transferencia y pago o depósitos, tal como lo hacen los familiares de reclusos en Estados Unidos.
Un caso de aplicación es JPay, una solución de TI cerrada para privados de libertad estadounidenses que además modernizó las comunicaciones en las cárceles de ese país e inició con la entrega de tabletas con la capacidad de enviar emails, tarjetas electrónicas y microvideos pregrabados a amigos y familiares.
“El sistema en línea acepta tarjetas de crédito para transacciones de transferencia de dinero, lo que hace que JPay sea una forma rápida y conveniente de obtener fondos para su ser querido encarcelado”, indica la empresa en su sitio web.
Toda la información es canalizada mediante la plataforma web o móvil que además tiene mapeados los términos que pueden alertar a las autoridades, como el vocabulario de las pandillas o las posibles amenazas a la seguridad de los custodios y las instalaciones.
Los dispositivos están asignados individualmente a cada recluso para que, en el caso de que se produzca un nuevo ilícito, se deduzcan responsabilidades.
En cuanto a la gestión de fondos, los parientes pueden enviar el dinero mediante transferencias electrónicas para la supervivencia del recluso, el cual es liberado un día más tarde por un monto competitivo.
Otras alternativas son Access Corrections, Moneygram, Alipay y WeChat Pay, estas dos últimas aplicadas en las prisiones de Beijing, China.
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