El país perdió 1,4 millones de sitios web en los últimos seis años. La censura y la eliminación de contenido amenazan con borrar fragmentos esenciales de la memoria colectiva de su población.
China, con sus mil millones de usuarios de internet, se encuentra en una situación única y alarmante. El ecosistema digital local es conocido por su peculiaridad: no hay Google, YouTube, Facebook ni Twitter. Los internautas chinos han aprendido a navegar esta realidad utilizando eufemismos y aceptando con resignación la censura de sus publicaciones y cuentas. Sin embargo, de acuerdo a un informe publicado por The New York Times, ahora enfrentan un problema aún más profundo y preocupante: la desaparición progresiva de su memoria en línea.
Un reciente y ampliamente difundido post en WeChat reveló una verdad inquietante: casi toda la información publicada en portales de noticias, blogs, foros y sitios de redes sociales chinos entre 1995 y 2005 ha desaparecido. “El internet chino está colapsando a un ritmo acelerado”, afirmaba el titular del post, que fue rápidamente censurado.
El artículo revela que el número de sitios web en China ha disminuido drásticamente, pasando de 5,3 millones en 2017 a 3,9 millones en 2023, según datos del regulador de internet del país. Este declive se debe en parte a las dificultades técnicas y costos asociados con el archivado de contenido antiguo, pero también refleja una creciente presión política para mantener el ciberespacio chino “puro” desde el punto de vista político y cultural.
Por otra parte, realizar búsquedas en Baidu, el principal motor de búsqueda chino, sobre figuras prominentes o eventos significativos, como el terremoto de Sichuan en 2008, arroja resultados mínimos o nulos, mostrando un vacío preocupante en la documentación histórica digital.
La desaparición de contenido no solo afecta a figuras públicas y eventos históricos, sino también a individuos comunes. La documentalista Nanfu Wang descubrió recientemente que sus menciones en varios sitios web habían sido borradas. Zhang Ping, uno de los periodistas más influyentes de China en la década de 2000, vio cómo sus artículos desaparecían tras enfrentar la censura en 2011. “Mi presencia en el discurso público ha sido sofocada mucho más de lo que anticipé, y eso representa una pérdida significativa de mi vida personal”, lamentó Zhang.
El fenómeno de “desenterrar tumbas” también ha llevado a muchos a ocultar sus publicaciones en línea por temor a que sus escritos pasados sean utilizados en su contra por el Partido Comunista o sus seguidores nacionalistas. Ian Johnson, autor y corresponsal de larga data en China, subraya la importancia de estos recuerdos digitales: “Sin muchos de estos sitios y cosas, perdemos partes de nuestra memoria colectiva”.
Para contrarrestar esta pérdida, han surgido iniciativas como el sitio China Unofficial Archives, fundado por Johnson, y otros proyectos como Greatfire.org y China Digital Times, que se dedican a archivar contenido censurado o en peligro de ser bloqueado.
Sin embargo, el panorama no es alentador. He Jiayan, autor del post viral en WeChat, se muestra profundamente pesimista: “Si todavía puedes ver alguna información temprana en el internet chino ahora, es solo el último rayo del sol poniente”.
La erosión de la memoria digital en China no solo plantea desafíos para los historiadores y periodistas, sino también para la identidad y la memoria colectiva de su población. La lucha por preservar el pasado en un entorno de creciente censura continúa, recordándonos la fragilidad de nuestra historia digital.
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